domingo, 20 de mayo de 2012

G-8: puro aspaviento


Otro día más el mundo se despierta sudoroso para alzar la cabeza y descubrir con sorpresa que el monstruo continua ahí, meciéndose impasivo, sin hacer el menor amago por marcharse. Desde que empezara en 2008, el mundo ha dado por sentado tantas veces que el final de la crisis estaba próximo que hemos acabado por fatigarnos ante la saturación de información que cargamos encima, demasiado ruido, demasiadas distracciones.

Fotografía de Merkel y Obama en la cumbre


La aldea global de grandes aspavientos en la que se ha convertido nuestro planeta no se puede permitir aminorar su velocidad, no se da lugar a las reflexiones, ni a las medidas a largo plazo, lo único tolerable es saltar el obstáculo y  continuar como si nada. Siempre a la espera de la cumbre definitiva, de la medida decisiva.  La información es abundante, excesiva, tanto que nos ha narcotizado. En los primeros meses de la crisis económica algunos analistas financieros –siempre en liza por alzar su opinión sobre su gremio- mantuvieron el discurso de que esta sería una crisis global en V, es decir gran bajada y rápido repunte, lo que todos queríamos oír.


El tiempo ha demostrado su error, esta crisis como poco será una repetitiva W de bajadas y subidas. Y en éstas se repite una y otra vez el mismo estéril anuncio que todos queremos oír: “el G-8, el G20,  el Consejo Europeo, o el organismo de turno se reune en la cumbre definitiva de entre las definitivas para resolver la crisis”.  Este fin de semana le tocó el turno al  G-8 con Obama y Merkel a la cabeza del tinglado; sobre la mesa: la amenaza de la salida de Grecia del euro, la posible intervención a España y la revisión de las estrategias basadas en medidas de austeridad.  ¿La conclusión? Más de lo mismo, ciento una de buenas intenciones, cero decisiones.  

Decenas  de cumbres desde que saltara la crisis, todas con igual desenlace. Políticos nacionales y extranjeros retratados una y otra vez, como meros titiriteros reducidos a causar  distracción y  ruido informativo.  Sin duda, la crisis política también es una eterna W.

César Cervera Moreno

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