El pensamiento más recurrente durante la resaca
electoral de la pasada semana fue: “En Andalucía gana el PP y gobernara el PSOE; en Asturias vence el PSOE pero
gobernara el PP”, un galimatías político que ha hecho las delicias de toda
clase de columnistas y tertulianos hambrientos de frases lapidarias. No
obstante, nadie había contado con el inesperado escaño que el partido
socialista obtuvo a toro pasado gracias al voto “extranjero”, que obliga al PP
a establecer un pacto entre FORO y UPYD que albergue, sin titubeo, un único candidato.
Es decir, al PP no le sirve la abstención de sus posibles socios ni que el FORO presente, solo para la galería,
un candidato simbólico a la presidencia.
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| Álvarez Cascos (FORO) estrechando la mano a Mercedes Fernández (PP) |
Si bien en Andalucía incluso en los sondeos se
estimaba como indudable e inquebrantable un pacto de izquierda para que Griñan
pudiera perpetuarse en el poder; en Asturias nadie se atrevió a adelantar la
clase de pacto que se podría alcanzar, lo único evidente era que tarde o
temprano Cascos y el PP estaban obligados a entenderse. Con el nuevo escenario,
la clase de entendimiento requiere precisamente la flexibilidad que provocó la
convocatoria de elecciones adelantadas -al no encontrar el ejecutivo de Cascos
una vía para sacar adelante sus presupuestos-.
Antes de las elecciones, Foro con 16 diputados fue incapaz de tejer
acuerdo alguno con el PP -partido tan afín a Cascos como que fue el suyo
durante 15 años y con el que a pesar de su traumática salida comparte casi por
completo programa electoral-. Ahora, sin mayoría absoluta de la derecha y con
cuatro escaños menos que hace sólo unos pocos meses, el acuerdo debe ser de
máximos. Condenados a entenderse.
La cuestión podría quedar en un ejemplo más de la teatralización de la política, siempre mutando con el objeto de agarrarse al poder; si no fuera por los aterradores datos económicos generados por la ausencia de gobierno. Cuando Cascos llegó al Gobierno el déficit del Principado era del 1,37 por ciento, apenas 300 millones de euros. En diciembre se había disparado hasta el 3,64 por ciento, 845 millones, lo que se traduce en 100.000 desempleados en la comunidad. Un desatino político demasiado caro para los tiempos que corren.

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